Arturo era un fantasma muy simpático que vivía en un trastero. Le encantaba jugar a la pelota, montar en triciclo y disfrazarse.
Le gustaba abrir el viejo armario y sacar plumas de indio, gorros de vaquero y caballitos de juguete.
Arturo era feliz en el trastero, pero cuando escuchaba que venía alguien... ¡Fiuuu!, se escondía volando detrás del sillón.
Era Micaela, una niña muy valiente que vivía debajo del trastero. Cuando ella entraba, Arturo se quedaba quieto y asustado en un rincón porque le daban muchísimo miedo los niños.
- Te he oído- dijo un día Micaela mirando detrás de un espejo-. ¿Por qué te escondes? -repitió mirando bajo una silla.
De pronto, al mirar detrás del sillón, Micaela vio al pobre Arturo temblando de miedo.
-¡Pero bueno, si es un fantasma! ¿Cómo te llamas?
-Arturo- dijo muy bajito el fantasma.
-No tengas miedo, Arturo. Los niños no hacemos nada. Si quieres, podemos ser amigos.
Y así fue como, poco a poco, Arturo dejó de tener miedo a los niños. Ahora él y Micaela juegan todos los días a indios y vaqueros.
FIN.
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